Hace mucho tiempo que estudio e investigo, sobre la arquitectura vernácula y popular de los lugares, pueblos y ciudades, que tengo la oportunidad de visitar. Por fin hoy 16 de febrero de 2012, dispongo de esta indispensable herramienta: para que mis trabajos de investigación, mis reflexiones al respecto, mis críticas sobre pérdida de patrimonio arquitectónico, y algunos artículos míos ya publicados; puedan ser visionados, por las personas que accedan a mi Blog.
Desde que el hombre dejó de ser nómada y se estableció en un territorio, el urbanismo y la arquitectura, tomaron carta de naturaleza y ayudó a este en su necesidad de: acotar y marcar el suelo, acondicionar unos espacios –viviendas- que le protegieran de las inclemencias del tiempo, y de la competencia y el enfrentamiento con los otros pobladores de la tierra. De esta necesidad del hombre, de tener un espacio modificado por el, que le sirviera de referente colectivo –la tribu-, nació el primer “Homo Architector”, que en cada época utilizó su mente –las ideas- y sus manos – las herramientas y materiales-, para modificar y adaptar a sus necesidades, el espacio físico de su entorno más inmediato.
La originaria arquitectura vernácula construida, en cualquier lugar que visitemos, estará siempre influida y condicionada por tres variables a saber: el clima del territorio donde se ubique; la economía dominante en la zona, y los materiales para construir existentes en su entorno. El resultado es una variadísima gama, de diferentes tipologias de construcciones domésticas, y parcelarios urbanos, que se adaptan con suma ductilidad: a los diferentes tipos de climas, húmedos, fríos, calidos, secos…; a la economía, de la zona, agrícola, ganadera, marina…; y a los materiales para construir que se puedan encontrar en su entorno, piedras, maderas, tierra…
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